FALLECIMIENTO DE JUAN ALTAMIRAS
En 1764 Raymundo Gómez aparece con 55 años anotado como uno de los 15 religiosos moradores del Colegio San Diego de Zaragoza (eran 15 religiosos, entre frailes, legos y donados), ejerciendo como portero, labor que desempeñará entre 1764 y 1767 en dicho colegio que estaba junto al convento N.P. San Francisco.
Así aparece en las “Disposiciones del Colegio de San Diego de Zaragoza que han de verse los capítulos provinciales celebrados entre 1764 y 1767”[1]. Dichos capítulos tuvieron lugar el 14 de enero de 1764 en el convento de N.P. San Francisco de Zaragoza, el 14 de septiembre de 1765 en el convento de San Francisco de Huesca y el 17 de enero de 1767 en el convento de San Francisco de Zaragoza.
En la disposición del colegio de San Diego que se vio en el capítulo que se celebró en el convento de Santa Catalina de Cariñena en 1768 Raimundo ya no aparece como portero ni como religioso morador del colegio de San Diego lo que nos hace suponer que coincide con el año de su traslado al convento de Santa Catalina de la Villa de Cariñena.
En el capítulo siguiente que se celebró el 24 de febrero de 1770 en el convento de NP San Francisco de Zaragoza no aparece tampoco citado como religioso morador del colegio San Diego ni tampoco como difunto en ninguno de los conventos de la provincia franciscana.
Sin embargo sí aparece citado como “Raymundo Gómez Layco” uno de los religiosos difuntos en la Disposición del Colegio de San Diego que ha de verse en el capítulo provincial que se celebró el 28 de septiembre de 1771 en el Convento de Santa Catalina de la villa de Cariñena en el número 28 de los fallecidos en el período entre los dos capítulos provinciales.
Lo que nos hace suponer que la fecha cierta de su fallecimiento fuera más probablemente 1771, dado que las anotaciones se hacían -al parecer- según el orden de anotaciones que iban realizando al conocer los fallecimientos y no por un orden alfabético o agrupado por conventos como podría ser más sencillo si se hicieran las anotaciones en un mismo momento. Y así lo hemos podido comprobar en la parte final del libro de disposiciones en el que hay anotaciones incompletas para un capitulo que ya no llegó a realizarse.
Así descubrimos que en la misma anotación correspondiente a dicho capítulo de 1771 aparecen dos frailes fallecidos más en Cariñena en el mismo período en el número 4 Fray Joseph Muniesa, predicador, y Fray Antonio Exea predicador con 60 años de hábito en el número 6. Y Fray Raimundo aparece en el número 28 de los fallecidos.
Aunque para ser rigurosos hemos de decir que Raimundo falleció en Cariñena entre el 24 de febrero de 1770 y el 28 de septiembre de 1771. Esta investigación desmonta las declaraciones y estudios realizados en la Academia aragonesa de gastronomía, que situaban su fallecimiento en San Diego de Zaragoza.
Juan Barbacil
La razón por la que Raimundo vivió sus 3 años de vida en el convento de Santa Catalina de Cariñena no la sabemos todavía, y quizás no la sepamos nunca. Aunque parece probable que hubiera una relación cercana entre el colegio de San Diego de Zaragoza y el colegio del convento de Santa Catalina en Cariñena por su dedicación a la formación de estudiantes.
También nos gusta pensar -y esto sólo queremos que se entienda como una licencia poética para constatar una casualidad más en relación a la vida de Raimundo Gómez- que no fuera tan descabellado que Fray Raimundo pudiera elegir dormir el sueño eterno en un lugar con cierto simbolismo para él. Ya que en su vida el nombre de Catalina había estado siempre muy presente.
Prueba de ello es que la advocación a santa Catalina estaba muy presente en la iglesia de La Almunia en la que bautizaron a Raimundo y sus hermanos -en la que existió un altar dedicado a santa Catalina en el que se reunió la cofradía de Nuestra Señora de los Sábados de La Almunia como consta en los protocolos notariales de la época consultados- y también en las mujeres de su familia que se llamaron con este nombre. Ya que tanto su abuela como su madre se llamaban Catalina y su hermana Apolonia Catalina y alguna de sus sobrinas se llamaron Catalina. En todo caso no tenemos documentado todavía qué funciones ejerció en el convento de Santa Catalina.
Y si fuera cierta la relación intensa entre el convento de Santa Catalina y el convento de San Francisco de Zaragoza y su colegio de San Diego, su destino en Santa Catalina quizás tuviera más que ver más con un retiro final más que con una estancia casual en Cariñena.
Además, desde el convento de Santa Catalina se divisa a lo lejos el cabezo de Altamira en el camino que conduce de Alfamén a Muel. Y quien sabe si también para el propio Raimundo mirar en los últimos días de su vida en la lejanía el cabezo que tomó como seudónimo para firmar su recetario era una manera de recordar aquel que fue en su vida y aquél que era en sus últimos días, y el nombre de Juan Altamiras con el que iba a pasar a la Historia.
Raimundo tenía 62 años cuando falleció.
[1] Archivo Franciscano de Valencia del convento de Nuestra Señora de los Angeles, “Disposiciones que han de verse en los capítulos que han de celebrarse en diversos conventos de la provincia franciscana entre 1756 y 1801”